martes, 28 de febrero de 2012

LAS TRIBULACIONES DE LORD BALEHEAD.

El carácter del joven señor de Haverfordwest era el resultado de su experiencia vital. Su retraímiento, la distancia que le separaba con el mundo en torno, su parquedad de palabra, sólo pueden explicarse en función de la infancia y primera juventud que hubo de vivir y le marcaron para siempre. 




Christian había sido el único vástago de un matrimonio sino feliz, al menos bien avenido. Jamás existió amor ni cosa que se le pareciera en la unión de sus padres, pero ambos consiguieron entenderse en tres puntos básicos: no insultarse jamás, no tirarse objetos a la cabeza ni escandalizar a los criados con conductas indecorosas. Fuera de esas reglas básicas cada uno hacía lo que le venía en gana. Lord James pasaba su tiempo entre sus consejeros, con sus quehaceres, sus cacerías, y sus visitas noctámbulas a lugares de mala nota. Lady Sarah tejía tapices, bailaba hasta el amanecer y le contaba a su hijo historias de fantasmas de Irlanda, su tierra natal.  
Por tanto, los primeros siete años de vida del niño Christian se sucedieron en un ambiente mayoritariamente femenino, donde era mimado hasta la exageración, consentido en cualquiera de sus caprichos, amado y besuqueado como si fuera el único ser del Universo. Su carita chispeante, sus maneras desenvueltas y su ingenio vivo y siempre alegre, contribuían a hacer de él un niño inolvidable, al que todo aquél que le conocía quería sin remedio.
Tanto se parecía a su madre, Lady Sarah, en su forma de ser, en su sonrisa, en su carácter afable, que si no hubiese sido por el color gris de sus ojos y la forma de su nariz, Lord Balehead hubiera tenido motivos como para disgustarse con su esposa y saltarse alguna de sus reglas comunes. 

Si bien, de cómo pasó este niño extrovertido y feliz a convertirse en el jovencito atormentado que el destino puso enfrente de Neva de Noega, no tuvieron culpa únicamente unas fiebres que le dejaron postrado durante meses con apenas seis añitos. La vida tenía reservado al niño Christian un trago más amargo aún que hubo de beber hasta las heces y que le dejaría marcado para siempre. Unos hechos traumáticos que permanecieron dolorosamente marcados en el lugar impreciso que la memoria reserva para lo que nos atormenta y que sólo la sonrisa de su esposa conseguía aligerar.


6 comentarios:

  1. Qué bello, madame! Esto marcha perfectamente.
    Y por cierto que yo conozco al joven señor de Haverfordwest :)
    Precisamente me preguntaba cuánto tardaría en verlo por aquí.
    Está teniendo usted un magnífico debut, Lady Balehead. Enhorabuena!

    Feliz día

    Bisous

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    1. En el fondo, ya sabéis que él es el principio y el fin de todo.
      Gracias por vuestras amables palabras.

      Un beso y felicísimo día de sol para vos también.

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  2. Yo también me propongo seguir la trayectoria de este sol, en medio de la mediocridad que tanto abunda en la red. Tengo urgencias en comunicar a Madame, La Dame Masquée, lo feliz que me ha hecho trayéndome a esta casa. A sus pies, Lady Balehead.

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    1. Gracias por tan maravillosas palabras. Infunden ánimo a continuar en esta nueva empresa cuando la rapidez de estos tiempos nuestros tantas veces obstaculizan la labor de narrar. Realmente, poco valor tiene esta cronista. El mérito es todo de Neva y Christian y sus apasionadas vidas ...
      Un beso!!

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  3. Es un honor llegar a este bello saloncito de mano de nuestra querida Madame (la imagen de su avatar resulta para mí un reclamo ineludible jejejjeej) intentaré ir poniéndome al día con respecto a usted y a su recién inaugurado blog.

    Un saludo

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  4. Nueva aquí, también por recomendación de Madame. Estoy leyendo desde la primera entrada para ir entendiendo bien la historia :-) . Pero no puedo dejar de opinar algo aquí: para qué hacer uso de nuestra imaginación creando a un Christian, teniendo a uno tan guapo como ciertamente lo es el señor Bale!

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