martes, 23 de septiembre de 2014

MÁS PODEROSO QUE LA FE.

"Confieso, querida hermana, que jamás pensé que habría de verme en esta cuita. Desde mi infancia tuve claro que mi corazón nunca habría de estar destinado al amor carnal. He amado mucho a lo largo de toda mi existencia. Eso bien lo sabéis, hermana querida. Pero jamás de esta manera, ni con las consecuencias tan fatales que para mi sosiego, la paz de mi espíritu, mi posición y mi matrimonio pueden tener". 
 
Así comienza una de las cartas cuya redacción más esfuerzo le supuso a su autora. Lady Neva, sin pretenderlo, se convirtió de este modo en la consejera en asuntos sentimentales de otro más de sus hermanos. Si Gonzalo en su momento decidiera confiar en su hermana pequeña la decisión que trastocó el resto de su vida, en este caso fue Eulalia la que decidió tomar la pluma y sincerarse con Neva en un asunto que requería la máxima discreción en aquel mundo ávido de nuevos rumores que era la Corte del rey Luis.
 
 
La apacible Eulalia siempre destacó, desde su tierna infancia, por una espiritualidad que la alejaba de toda pasión mundana. Como bien expresa ella misma, nunca se creyó destinada para el amor carnal. Su timidez y su experiencia personal en el trato con los hombres (si exceptuamos a su hermano pequeño), la hizo siempre huir de ese mundo rudo de los varones, con sus partidas de caza, sus juegos de lucha, sus palabras malsonantes. Su padre, el Conde de Noega, pese a ese carácter suyo tan dado a la ensoñación, no era ajeno a todos los divertimentos propios de su clase. Aquellos encuentros con sus amigos, que terminaban invariablamente con varios señores desplomados sobre las alfombras del salón, durmiendo la borrachera, asustaban tanto a la pequeña Eulalia que acentuaron aún más su innata capacidad para ser invisible. Así, cuando las curvas femeninas empezaron a adivinarse en su cuerpo las escondía debidamente con fajas y encajes, agradeciendo fervorosamente al Dios en quien tanto confiaba que le hubiese dado como hermana a aquella criatura maravillosa que era la bella Isabel. 
 
Por eso, Guillaume fue un descubrimiento de tanta envergadura como la luz al nacer y tan aterrador como el abismo desconocido de lo que nos espera tras la muerte. Al principio Eulalia no se percató de aquella mirada acariciadora que la seguía por los corredores de palacio, durante las visitas a la reina María Teresa. Ni tampoco de la cercanía constante a su persona del mismo guardia de la reina, cuyo puesto de vigilancia coincidía de manera insistente con el lugar en que Eulalia había de situarse en reuniones, meriendas o diversiones al aire libre. 
 
"Jamás hubiera imaginado, continua su carta, las tribulaciones que angustian mi alma en este momento. Y lo necesaria que me sería vuestra presencia en este estado. Creo que vos, Neva querida, tenéis la experiencia que necesito para desenmarañar el enjambre de dudas y sentimientos encontrados que laten dentro de mí, en un lugar impreciso que nunca creí que despertase, y menos a estas alturas de la vida, cuando ya no soy una niña impresionable. Pese a todo, no puedo definir lo que alberga mi corazón más que como un sentimiento avasallador, imposible de ignorar, que se adueña de mis horas, de los lugares más recónditos de mi mente y mi alma. Más poderoso, hermana querida y que el Señor perdone mi blasfemia, más poderoso que la fe."
 
Palabras que Lady Neva entendía muy bien, pues ya sabía de antemano que el amor, como dice el poeta, es la fuerza que mueve el mundo y las estrellas.
 

2 comentarios:

  1. Madame, qué agradable después de todo este tiempo regresar aquí y encontrar a Eulalia en la corte del Rey Sol, escenario de tantas emociones. Ella, desde luego, está viviendo la que tal vez será la más importante de su vida.

    Feliz tarde

    Bisous

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    1. Sin duda, madame. Aunque, como bien sabéis y tan extraordinariamente nos contáis, aquel era un lugar muy apropiado para vivir una emoción así. Lo contrario, sería contra natura.

      Un beso!

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